martes, 4 de diciembre de 2007

"Mas vale tarde, que nunca"

“Mas vale tarde que nunca”

Miércoles 26 de Septiembre, 2007. Laura Angélica Escobar Mondaca.

Jueves, ultimo día de clases y a disfrutar las vacaciones de Semana Santa. Que ironía, nosotras platicando con amigos sobre nuestros planes. Anahi comento que haría misiones en un poblado cerca de su casa, ayudando en un campamento para niños indígenas, Antonia iría a pasar unos días a “Las piscinas” con su familia, y yo sin comentar otra cosa que tenia prisa por llegar a mi casa porque “me estaban esperando”, desconocíamos que nuestras vacaciones serian muy diferentes a lo que teníamos pensando.

Nos despedimos de nuestros demás compañeros con un “Nos vemos en 2 semanas, se cuidan, que se la pasen bien”, sin saber que en menos de lo que esperábamos, nos volveríamos a ver, en una situación envuelta de otro ambiente y en otro estado mental y físico.

Caminamos hacia el micro, con pensamientos llenos de ideas para esas vacaciones, entre broma y broma, vimos que se aproximaba un carro blanco, un Tsuru de 4 puertas, con Hanna al volante que venia sonriendo porque andaba dando vueltas por la escuela, por que andaba un poco distraída y se le olvido que tenia que hacer, e igual de sonriente nos ofreció “un rait” al centro, oh por lo menos esa era la intención.

Vi mi reloj para asegurarme de llegar a mi casa a la hora que dije que estaría de regreso, eran las 12:35pm, aun tenia 25 minutos para llegar a tiempo.

Platicando y bromeando, Hanna ponía música en radio de su auto para hacer mas ameno el camino. Mientras comentábamos sobre la artista que sonaba en la estación un carro se acercaba demasiado al nuestro, nos aproximábamos a una curva, la conductora de nuestro auto iba muy rápido y cada vez más cerca del pabellón que dividía los dos carriles de la carretera. Dentro del carro se sentía una atmósfera de tensión, ninguna emitia sonido alguno, pensando lo que solamente cada una sabe.

Desde mi asiento, detrás del copiloto, miraba como Hanna, una joven de complexión delgada y 1.58 metros, intentaba controlar el carro aferrada al volante.

El carro jaloneaba y derrapaba por la famosa “Curva del mosquito”. El sonido de las llantas asiendo fricción con la carretera en los intentos de Hanna por seguir el camino era lo que ahora musicalizaba el momento.

Un fuerte sonido nos dejo inmunes de pensamientos, jugo con nuestros cuerpos indefensos ante el impacto, dejándonos a nuestra suerte y a la de la gravedad. Abrir los ojos y encontrar todo de cabeza, sin saber con claridad en donde te encuentras, ¿Qué sucedió?, ¿Estaré vivo?

Sin saber como ni porque, algo que me incitaba a salir de donde estaba, quizás un presentimiento, oh el pensar que podía explotar el auto en cualquier momento, no pude ni voltear a ver que había sucedido con las demás. Vi una salida por una ventana con los vidrios quebrados, al salir sentí que pasaba por encima de alguien, mis dedos se encontraban con vidrios filosos que encajaban en ellos al intentar salir del auto, el dolor era una sensación desconocida, anestesiado por la confusión del momento.

Las personas curiosas e impresionadas por el cuadro que mis compañeras y yo pintamos con nuestro destino, se acercaban a preguntar sobre lo sucedido, sobre nuestro estado, a ofrecer su ayuda al vernos ahí tan desubicadas y desprotegidas.

Cuando salí de aquel ahora pedazo de metal amorfo, me di cuenta que estábamos sobre el camellon, con algunas palmeras derribadas y al volver la vista al auto, vi que Antonia estaba en el suelo aun lado de aquello que algún día fue un automóvil, en posición fetal, como si un dolor dentro de su vientre la obligara a mantenerse así.

Ponía mis manos sobre mi rostro, en las bolsas de mi pantalón, sin encontrarles un lugar donde se mantuvieran en calma.

Mire al interior de aquella jaula de metal y vi que Hanna y Anahi seguían inmóviles dentro de ella, me asome por la ventana del copiloto que ahora quedaba hacia arriba, les pregunte como se encontraban y no escuche respuesta alguna. Desesperada intente ayudar salir a Anahi, quien aun tenía puesto el cinturón de seguridad al igual Hanna.

Sin saber como ni cuando llegaron tantas personas alrededor de nosotras, comencé a dar vueltas alrededor del auto, los presentes comenzaban a cuestionarme sobre lo sucedido, mientras se escuchaba que una ambulancia se aproximaba.

Llegaron los paramédicos, haciendo mas preguntas, ya todas estábamos en manos de ellos, respondiendo lo que se nos pedía, comunicándonos con nuestros familiares, todas menos Antonia, a quien le encontraron una herida grande a un lado del vientre, tenia una herida como de 10cm. De largo y al parecer era profunda y necesitaba ser atendida de emergencia.

Fuimos inmovilizadas y subidas a las ambulancias, Antonia y Hanna en la que salio primero, Anahi y yo en otra. En el camino reíamos de nervios y al mismo tiempo de alegría al saber que teníamos vida, y al parecer ninguna herida física de cuidado, pero nos preocupaba el estado de Antonia.

Llegamos a la clínica 8, aguardamos en la sala de emergencias, una habitación como de 5 x 6 metros, en donde llegaban cada 20 minutos personas heridas, recuerdo haber visto entrar a un señor con la cabeza ensangrentada y a unos policías que lo espaldaban, al parecer fue causante del accidente de auto que tubo. También recuerdo a un adolescente como de 17 años, estar gritando del dolor, al parecer por una fractura en el brazo.

En la sala de espera se encontraban nuestros compañeros, de los que nos habíamos despedido apenas algunos minutos, nuestros familiares y otras personas que laboraban ahí.

Acostadas cada quien en una cama, separadas por una manta blanca que colgaba del techo atendidas por diferentes enfermeras, bromeábamos sobre lo sucedido, teníamos un choque de emociones que no nos permitían darnos cuenta de lo que acabábamos de pasar, y de que pudo haber sido nuestro último parpadeo.

No llegue a casa a la hora que me esperaban, pero llegue, y con mas ganas de las que nunca había tenido, ya que al parecer solo viviendo situaciones así, es como se valora un momento tan repetitivo y cotidiano como el regresar a casa después de un día de escuela.

No hay comentarios: